El mundo del entrenador no es fácil. Muy gratificante ante el éxito pero no real. Además, muy exigente en la derrota debido a la competencia y a la falta de paciencia de las juntas directivas de los clubes. Hoy nos centramos en la relación entre entrenador y banquillo.
Entrenador y banquillo
No podemos dominar todo ya que son innumerables las situaciones que podemos encontrar alrededor del preparador, pero sí debemos intentar supervisar y controlar lo máximo todos los aspectos deportivos, por lo que la imaginación y visión espacial del entrenador es primordial. La unión entre entrenador y banquillo, debe ser irrompible.
La prueba la tenemos en jugadores de alto nivel que han sido referencia en sus equipos y que como entrenadores han tenido que dimitir de sus equipos por la presión administrada por el entorno que rodea a un club de fútbol.
Un ejemplo puro de lo comentado es Marco Van Basten (uno de los mejores jugadores de la historia) dimitió tres meses después de ponerse al frente del AZ Alkmaar de Holanda, por estrés. “Es demasiado”, dijo en su despedida.
Aunque le sucedieron muchas situaciones que le hicieron tomar esa decisión, mucho antes de esa despedida, unos meses antes falleció su padre, cosa que a priori puede ser un acto normal de la vida aunque creo que ninguno de nosotros estamos preparados para una situación así.
Si es el claro ejemplo que el entrenador también es persona y las cosas que suceden en su vida cotidiana afectan en su carrera profesional. Tras recuperarse, el holandés abandonó el cargo, aunque poco después el club anunció que trabajaría en las categorías inferiores del equipo como técnico asistente, una tarea muy alejada del foco mediático.
La simbiosis
Hay entrenadores que han vivido situaciones de máxima exigencia, pero como jugadores, no como técnico de un equipo. Actúas en el mismo deporte, pero con distinto rol.
Hablando sobre esa presión, es solo un punto de una lista muy larga de sucesiones que te pueden producir momentos de estrés, y por esa misma razón, el entrenador debe ser de carácter inquebrantable, seguro de sí mismo, inteligente, observador y frio en las decisiones que tome, sin pensar en el que habría pasado si hubiera tomado una decisión distinta.
Un ejemplo es el siguiente:
Partido de copa federación donde un equipo se juega la clasificación a semifinales, faltando 10 minutos se encuentran un gol por encima para la clasificación, y el asedio del rival es muy grande, con la afición en contra y un árbitro que comienza a ser muy casero.
En ese momento se decide pedir consejo al staff uno a uno para escuchar sus opiniones.
¿Para qué sirvió esa consulta?
Para descartar las opiniones recibidas aunque también estuvieran presentes, pero para quedarse con la única que no le dijeron y que tenía como opción principal. Su equipo de trabajo le ayudo a eliminar las otras debido a las distintas propuestas que le realizaron.
Con esto queremos decir que un entrenador en situaciones de partido específicas, baraja varias opciones, y en este caso el staff ayudó a descartar y elegir la opción que finalmente fue la más adecuada. Visto desde el punto de vista del OBSERVADOR y sirvió para pasar la eliminatoria y clasificarse para semifinales de copa federación.
Ser entrenador, no es ser jugador. Estas sólo ante toda decisión e intentas acertar siempre, pero no en todas las ocasiones lo consigues. Tener una buena formación como entrenador y hacer participar más a tu equipo de trabajo te llevará a conseguir mejores resultados.
Ser jugador no tiene nada que ver con ser entrenador. Como futbolista eres egoísta, te diviertes, piensas en lo bien y mal que te puede ir. El entrenador tiene que ocuparse de llevar un colectivo y haga lo que haga siempre va a perjudicar a alguien.
Por todo ello te recomendamos que trabajes la relación entrenador y banquillo, delegando en la gente que busca tú mismo objetivo. También debes confiar en la figura de un profesional que te aconseje desde fuera y que no tenga nada que ver con tu staff ya que te va a ayudar a mejorar y tomar las decisiones más adecuadas.
¿Es entonces la obsesión por el control la chispa del problema?
A veces nos parece maravilloso eso de que un entrenador esté 24 horas pensando en fútbol, duerma pensando en fútbol y el día antes de un partido no pegue el ojo. Pero esa es una situación de desequilibrio que carece de valor.
Ser entrenador es un veneno que te corre por las venas. Cuando no puedes seguir como jugador buscas un trabajo que pueda provocarte sensaciones similares. Es una profesión que te coloca continuamente en la palestra ante situaciones difíciles.
Para poder vivir estas situaciones son necesarios unos buenos apoyos internos en el club donde trabajes y en tu entorno más cercano.
Por todo esto existe la tan llamada “soledad del entrenador” es totalmente real, y te puede hacer entrar en un bucle negativo si no sabes cómo erradicar el problema y pedir ayuda.
Todo depende de los apoyos que tengas. Puedes ser muy criticado por un lado, pero por otro tener un respaldo social, de los jugadores o el club y conseguir que todo compense. Pero la ayuda más importante debe venir de un compañero que te ayude a encontrar aquellos errores que por el rol de participante no detectas, ahí reside la verdadera simbiosis entrenador y banquillo.
Pero ni las victorias pueden servir para dar satisfacción. Hay demasiada responsabilidad para que el grupo funcione.
Esto es debido a que un entrenador debe pensar en el siguiente partido, nada más haber concluido. Incluso es tal la presión, que nos conduce a importantes cambios físicos.
Además de todo ello, tú como entrenador puedes ordenar y planificar de la mejor manera posible, pero al final el que juega es el futbolista.
Gran parte de ese desgaste viene provocado porque el paso del campo al banquillo conlleva un cambio de perspectiva sustancial que no todos los exjugadores, ahora entrenadores, saben enfrentar.
Conclusión
El futbolista cuando está en el terreno de juego depende de sí mismo. Es el actor principal, y está en disposición de aportar soluciones directas, pero al estar involucrado en el juego no detecta esa presión de la misma forma que un entrenador.
Para un entrenador es mucho más difícil. Puede variar sistemas de juego, buscar movimientos distintos, pero depende de lo que hagan otros. Por ello debemos darle la importancia que se merece a la relación entrenador y banquillo.
Es una profesión maravillosa, y muy pasional. El problema viene como con todo lo pasional, que nos lleva a los extremos. Y al llegar a los extremos se siente todo en la máxima medida. Aunque lo malo siempre se magnifica más que lo bueno en el ámbito del entrenador.